- Fase I. Análisis de necesidades y recogida de datos: este es el momento de analizar minuciosamente las características y necesidades específicas de la ciudad: cuál es el número de población; qué tipo de desplazamientos resultan más frecuentes, qué infraestructura de transporte existe ya en la ciudad; etc. Además de estas cuestiones, resulta interesante realizar encuestas a los ciudadanos sobre sus hábitos de transporte, así como sus ideas sobre cómo debe avanzar su propia ciudad.
- Fase II. Redacción y aprobación del proyecto: una vez concluida la fase de análisis, llega el turno de la redacción del documento, de la búsqueda de financiación y de la posterior aprobación del proyecto por parte de las autoridades competentes. Los encargados de llevar a cabo estos informes son empresas técnicas especializadas en urbanismo y desarrollo sostenible.
- Fase III. Propuesta de actuación: comienza la fase más dinámica del proyecto en la que se materializan todas las propuestas de los pasos anteriores y se pone en marcha el Plan de Acción. Así, según el plazo marcado en la fase previa, se procede a construir o perfeccionar las infraestructuras de movilidad urbanas.
- Fase IV. Revisión y evaluación del proyecto: por último, una vez finalizada la fase de actuación, resulta crucial realizar un seguimiento de las medidas adoptadas con el fin de determinar su efectividad y de elaborar correcciones en el caso de que fuera necesario.